Hoy quiero escribir sobre dos hechos sucedidos en los días que llevamos de campaña electoral y que son una buena muestra de la catadura ética y moral, de casi toda nuestra fauna política.
El pasado día 7 de mayo sobre las 13 horas, cuando me encontraba en las inmediaciones de la glorieta del Barrio del Crucero, acompañado de mi hija pequeña, pude observar un coche con remolque publicitario estacionado en dicha Glorieta, los cuales tenían dos ruedas sobre la acera y otras dos invadiendo de forma clara uno de los carriles, provocando maniobras bruscas de los conductores y con grave riesgo de ocasionar un accidente. A escasa distancia de ese vehículo que tenía inmensos cartelones del PSOE y altavoces en su parte superior que emitían eslóganes con gran sonoridad, se hallaban los señores Fernández Cardo e Iban Blanco miembros destacados de dicho partido en León. Esta es la conversación que mantuve con ellos:
El barquero: Oye, perdonad un momento, el otro día por tener el coche aparcado en ese mismo lugar unos breves momentos, me pusieron una multa dos agentes de la policía local.
Blanco: Estamos en campaña electoral y lo podemos hacer.
Cardo: Así es, estamos autorizados.
El barquero: ¿Qué tenéis autorización para tener el vehículo ahí puesto? ¡Venga ya, vaya morro que tenéis!
A continuación me di la vuelta y me dispuse a abandonar el lugar agarrado de la mano de mi hija. Pero el señor Iban Blanco vino detrás de nosotros vociferando, con ademanes agresivos y cara desencajada haciendo que nos volviéramos a girar y que la conversación se tornara en discusión:
Blanco: Tenemos autorización, en campaña podemos hacer casi lo que nos de la gana, ¿te enteras?
Cardo: Si señor, para eso son estos periodos, para que podamos hacer cosas no habituales. Tenemos autorización concedida.
EL barquero: Yo creo que la autorización os da permiso para tener esa caseta en el interior del Parque de Quevedo, pero no a lo del coche...
Blanco (con tono muy crispado, cara desencajada dando un par de pasos hacia nosotros hasta quedar casi pegado): ¿Tú que sabrás? Te digo que tenemos autorización de la administración competente y tu no eres nadie para decir lo contrario, ¿de acuerdo?, ¡¡ ¿VALE?!!.
El barquero (dando un paso hacia atrás para liberarme de la amenazante presión de Iban Blanco: ¿Que tenéis autorización? ¿Dónde? ¿Me vais a decir que alguna administración os ha autorizado a estacionar ahí el vehículo, sin poner señalización alguna y causando un grave riesgo de accidente? ¡Venga, si es verdad enseñádmela, si es así mostrádmela!
Blanco (siguiendo con su tono agresivo): ¡Pues si la tenemos! y tu no eres nadie para pedir nada.
Cardo (con sonrisa burlona): ¡La tenemos en el ayuntamiento!
El barquero: Vosotros lo que tenéis de verdad es mucho morro, ¡MUCHO MORRO HOMBRE!
A continuación nos dimos la vuelta mi hija y yo y nos alejamos del lugar, no sin antes echar la vista atrás y ver como el señor Cardo literalmente sujetaba y convencía a un desenfrenado Iban Blanco para evitar que viniera detrás de nosotros.
Seguidamente y tras hacer una breve compra en un establecimiento de golosinas cercano, observamos que Fernández Cardo e Iban Blanco se habían trasladado al interior del parque(al lado de la caseta oficial del PSOE) y el vehículo en cuestión, pasados unos breves minutos, cesó su megafonía y abandonó el lugar.
Y digo yo: ¿No hubiera sido más fácil reconocer la equivocación, pedir disculpas de forma amable y subsanar el error, que actuar de forma prepotente y burlona como el señor Cardo o agresiva y extremadamente crispada como el señor Blanco?
El segundo caso sucedió el viernes día 13 de mayo sobre las 18 horas. La alcaldesa socialista de San Andrés del Rabanedo se presentó en la puerta de mi casa para entregarme documentación electoral del PSOE, transcurriendo la conversación de la siguiente manera.
Eugenia: Vengo a entregarle documentación electoral de mi partido.
El barquero: Gracias pero no creo en vosotros. Ni en el PSOE, ni en el PP, IU, MASS…
Eugenia: Por lo Menos acépteme una bolsa con nuestro logo de propaganda
El barquero: Gracias, pero mire, no creo en ustedes, vengan a pedirme el voto cuando haya verdadera libertad y la democracia no sea una pantomima como ahora.
Dicho esto la alcaldesa dio media vuelta con gesto desairado y susurrando en voz baja al mismo tiempo que moviendo la cabeza de un lado a otro, daba la impresión de estar llamándome desgraciado, infeliz, imbécil o algo similar.
Dos casos reales,distintos en las formas, pero que son representativos de la morralla política (PP, PSOE, UPL, PAL, IU, MASS…) que nos ha estado representando hasta ahora y que aspira de manera indigna a ostentar un cargo que en verdadera democracia debería ser ocupado por gente venerable y no por esta caterva de miserables. Excepto en honrosas y minoritarias( en cantidad de votos anteriormente conseguidos) excepciones, ver el muestrario de los personajes que aspiran a mangonear nuestro voto, da verdadero pánico. ¿Qué clase de mundo van heredar nuestros hijos, si dejamos que manipulen nuestra voluntad estos nauseabundos personajes?